FUNCIONES EJECUTIVAS SUPERIORES Y SUS PROCESOS DE DESARROLLO
El término función ejecutiva hace referencia a un conjunto de procesos que tienen por objeto el modo en que una persona es capaz de manejarse a sí misma y de utilizar sus propios recursos con el fin de conseguir un nuevo objetivo. Es una especie de término “paraguas” bajo el cual se agrupan toda una serie de habilidades capaces de regular la acción y la conducta, mediante la asignación de recursos cognitivos dirigidos a explorar, asociar, decidir, controlar y evaluar las situaciones (Grieve y Gnanasekaran, 2009).
Son el grupo más complejo de procesos cognitivos ya que se encargan del control de la cognición y la regulación de pensamientos y de nuestra conducta. Por ello, abarcan todo tipo de funciones cerebrales. como por ejemplo el elegir hacia donde dirigimos nuestra atención, nuestra capacidad de planificación, la motivación, la comprobación y regulación de nuestros actos, la conciencia de nosotros mismos, la capacidad de plantearse distintos puntos de vista y considerar futuros alternativos. En definitiva, en este grupo están todas funciones más conscientes y más elaboradas y relacionadas con el razonamiento. Así, podríamos dividirlas en los siguientes subgrupos:
- Formulación de metas: aquí nos encontraríamos con la motivación, conciencia de uno mismo y modo de percibir nuestra relación con el mundo.
- Planificación de estrategias y etapas para lograr objetivos: capacidad de abstracción, de elaboración de pensamientos alternativos y de evaluar diferentes posibilidades.
- Ejecución de la conducta: otras funciones cognitivas superiores son la capacidad de iniciar, mantener y secuenciar conductas de modo ordenado e integrado.
- Eficacia: entre las funciones cognitivas superiores hay el control del tiempo, el uso del feedback y la autorregulación de la conducta.
- Razonamiento: dentro de las funciones cognitivas superiores nos encontraríamos, por lo tanto, con el razonamiento que, a su vez, puede dividirse en varios tipos. Por un lado, el razonamiento argumentativo, que se relaciona con la capacidad lingüística de dar argumentos. Y por otro lado el razonamiento lógico, que es la capacidad de, al recibir un razonamiento, poder cuestionar la validez y la posibilidad o no de que haya una hipótesis distinta. Hay varios tipos, el razonamiento deductivo sería completamente lógico y el inductivo, el cual incluiría conjeturas.
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