PODA SINÁPTICA Y SUS IMPLICACIONES EN LA ADOLESCENCIA

 

PODA SINÁPTICA Y SUS IMPLICACIONES EN LA ADOLESCENCIA
 

Durante los primeros años de vida, el número de conexiones neuronales es aproximadamente el doble que en la etapa adulta. Lo que quiere decir que se llega a alcanzar hasta 40.000 nuevas sinapsis por segundo.

Durante dicho proceso y hasta los 12 -13 años aproximadamente, los niños tienen muchas más neuronas y sinapsis de las que son funcionalmente necesarias. Este elevado número de sinapsis se va reduciendo con la llegada de la adolescencia, momento a partir del cual comienza la poda sináptica, que puede durar aproximadamente hasta los 20 años (Giedd et al., 1990).

Así pues, la poda sináptica es una especie de reajuste en el número de neuronas de determinadas áreas y de su cableado neuronal. En consecuencia, se van eliminando aquellas conexiones que no se utilizan, a la vez que refuerzan las que son útiles para la supervivencia presente y futura.

 
¿En qué áreas del cerebro ocurre la poda neural?

Comienza a ocurrir desde las partes posteriores del cerebro (las más antiguas) hacia los lóbulos prefrontales (los últimos en formarse) y temporales, donde se producirá la mayor pérdida de neuronas (poda neuronal).

De igual manera, es importante saber que esta poda se produce en último lugar en la parte prefrontal, ya que dicha área es la más evolucionada del cerebro y constituye el centro de las funciones ejecutivas, que tienen un papel fundamental en el comportamiento de adolescentes y adultos (Gogtay et al., 2004).

 

¿Cómo afecta la poda neural en la adolescencia?

Los cambios en la forma de pensar, sentir y comportarse por los que pasa un adolescente incluye cambios en diferentes niveles. A estos cambios cerebrales debemos sumar los cambios hormonales, mucho más conocidos. Y, junto a lo anterior, los cambios ambientales o en el entorno al que el adolescente ha de adaptarse.

Estructuras cerebrales

Amígdala, centro emocional cerebral, que produce que muchas de las reacciones automáticas pasen poco a poco a estar mejor controladas, disminuyendo la impulsividad propia de tal etapa.

Hipocampo. Se establecen conexiones cada vez más fuertes con áreas específicas de los lóbulos prefrontales, que se encargan de establecer metas y controlar los impulsos.

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